Mi madre me contaba cosas que para mi no eran fáciles de creer. Ella hablaba de personas que la visitaban en las noches o en las mañanas, y la llevaban a ver "cosas" que ni siquiera recuerdo mucho. Solo está fijada en mi memoria la tremenda necesidad de contarlo que ella tenía. De otra forma era imposible, pues mi padre se declaraba orgullosamente escéptico. Despues de oir sus relatos, era inevitable comentarle "puedo escucharte, pero no me pidas que te crea". pero claro, si ella me hablaba de salir de su cuerpo y acompañar a monjes a visitar lugares y a aprender lecciones....sin ebargo, ella secretamente abrió mi mente.
Mi primera vez ocurrio a los 6 años de edad. Tengo muy clara conciencian de despertar por las mañanas, y observar la actividad de la noche. La hora precisa era el amanecer. Gustaba de programarme internamente para despèrtar a esa hora. En ese silencio, en esa oscuridad lunar, todo en casa parecía danzar. Los objetos se movían e interactuaban con algún grado de inteligencia. Todo vibraba. Los frasquitos de mi closet gustaban cambiar de posiciones, e incluso los vi levantarase en el aire y jugar a "yo me vacio en ti y luego tu en mi". Apenas el primer rayo de sol superaba la barrera de los cerros, de improviso todo se iluminaba y el aquietamiento era inmediato. Todo se acomodaba en su lugar, y se convertia en inerte. Yo oservaba en silencio, y me preguntaba acerca de cual era el espíritu que animaba a esas cosas.
Con los años acumulé la inevitable sensación que todo estaba vivo, que todo poseía su propia inteligencia y que accedeer a ello era un acto de ingenuidad y cierta disposición amistosa hacia lo que simplemente se mostraba.
Era un chico tremendamente introvertido, silencioso, muy observador. Eran años de extraordinaria lucidez y de preguntas profundas acerca del sentido de existir, pero claro, en palabras de niño. Por ello, disponía de muchísimo tiempo para explorar los rincones que se habren frente a la curiosidad. Esas simples demostraciones de inteligencia me cautivaron muchisimo tiempo, años. Tal vez eso influyo que tuviera particular respeto por todos los objetos que rodeaban mi mundo infantil. progresivamente fui entendiendo de que todo vibra, y de alguna forma, vive.
Parecerá loco, pero han pasado muchos años desde entonces, y mi consciencia del mundo vivo se ha ampliado profundamente, cuando fui descubriendo que en esos estados especiales, pude interactuar con otros tipos de inteligencias, no solo minerales, animales y vegetales. De a poco les iré contando que he aprendido.
Anibal
1 comentario:
Al leer las palabras del hermano que publicó, me hizo recordar algo que mi madre me pregunto una vez:
Cuando terminaba la noche y comenzaba el día"; la respuesta no era a las 24:00 horas, sino "al despertar del alba", donde todo se muestra en su real esencia; yo estaba muy pequeño cuando decidí permanecer despierto hasta casi las seis de la mañana, no sentí miedo, pues quería saber que ocurría. No sentí frío, pero si una paz enorme. Por otra parte, también era escéptico ante algunas cosas que me contaba mi madre pero,un día decidí probar por mi mismo, por que habia algo que provocaba un tirón desde el centro de mi pecho, algo que llamaba. Ahora, me proyecto siempre con la dirección de mi madre y de mi hermano.
con amor, pancho
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